Wednesday, February 3, 2016

Calderón de la Barca, El alcalde de Zalamea: Violación entre realidad y ficción en el Siglo de Oro




Isabel, la hija del Campesino rico Pedro Crespo del pueblo de Zalamea es   violada por un Capitán que se vale de maquinaciones para atrapar a su presa, que luego de servida es descartada como basura  por ser de origen humilde. La acción en la obra de Pedro Calderón de la Barca, escrita en c:a 1636, está situada   en las últimas décadas del S. XVI  durante el reinado de Felipe II  y el personaje de Don Lope, comandante  de la tropa,  está creado en torno al verdadero General Lope de Figueroa (1527-1598). En la Obra, Dn Lope, defiende el espíritu del cuerpo de los Cuartos que comanda y por lo tanto,  protege al violador, mientras que el padre de la víctima, primero ruega, como hombre,  al Capitán que se case con Isabel  para lavar la afrenta, y  al negarse éste  -desalmado y soberbio-  siendo alcalde Pedro Crespo,  administra Justicia.


En La Jornada 3, cuadro 1, de la obra,  Isabel relata el ultraje a su padre  (que estaba atado a una encina por el Cap y sus subalternos)  de esta manera, veámoslo por partes:

 Inicia Isabel el relato  de los hechos y  intercalando  quejas:

El traidor, pues, en mirando
que ya nadie hay quien le siga,
que ya nadie hay que me ampare,
porque hasta la luna misma
ocultó entre pardas sombras,
o crüel o vengativa,
aquella, ¡ay de mí!, prestada
luz que del sol participa,
pretendió, ¡ay de mí otra vez
y otras mil!, con fementidas
palabras, buscar disculpa
a su amor. ¿A quién no admira
querer de un instante a otro
hacer la ofensa caricia?


En estos versos  a continuación hay, para mi,  intención pedagógica por parte del autor:


¡Mal haya el hombre, mal haya
el hombre que solicita
por fuerza ganar un alma,
pues no advierte, pues no mira
que las victorias de amor,
no hay trofeo en que consistan,
sino en granjear el cariño
de la hermosura que estiman!
Porque querer sin el alma
una hermosura ofendida,
es querer una belleza
hermosa, pero no viva.



En los siguientes versos, el personaje de  Isabel muestra sus sentimientos de ofensa,  rabia, dolor:


¡Qué ruegos, qué sentimientos
ya de humilde, ya de altiva,
no le dije! Pero en vano,
pues (calle aquí la voz mía)
soberbio (enmudezca el llanto),
atrevido (el pecho gima),
descortés (lloren los ojos),
fiero (ensordezca la envidia),
tirano (falte el aliento),
osado (luto me vista),
y si lo que la voz yerra,
tal vez el acción explica,
de vergüenza cubro el rostro,
de empacho lloro ofendida,
de rabia tuerzo las manos,
el pecho rompo de ira.

 Para luego, pedir comprensión al padre y declarar su inocencia:


Entiende tú las acciones,
pues no hay voces que lo digan;
baste decir que a las quejas
de los vientos repetidas,
en que ya no pedía al cielo,
socorro, sino justicia,
salió el alba, y con el alba,
trayendo la luz por guía,
sentí ruido entre unas ramas (...).

Después, contarle  que su hermano hirió al Capitán y luego  decirle  (formalmente, porque no creo que lo sintiera):

Tu hija soy, sin honra estoy,
y tú libre; solicita
con mi muerte tu alabanza,
para que de ti se diga
que por dar vida a tu honor,
diste la muerte a tu hija.





Otra mujer  barroca, que existió en realidad, fue brutalmente violada por el tutor privado  que su padre le  había contratado  para que le enseñara a  pintar, puesto que como mujer que era no podía ingresar a la Academia, a la que sólo hombres podían acceder. El violador se llamaba Agostino Tassi y el ultraje ocurrió en 1612, en Roma. Su padre denunció a Tassi ante el Tribunal de la Inquisición. El proceso duró unos 7 meses en los que ella fue también, no sólo el perpetrador, sometida a tortura (para así estar seguros de que decía la verdad).  La joven  se llamaba Artemisia Gentileschi  (1593-1656), hija del pintor Orazio Gentileschi.

 Así refiere ella la vejación a la que fue sometida por Tassi en los documentos  del proceso:

"Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mi el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne"

Eva Menzio (editora), Artemisia Gentileschi, Lettere precedute da Atti di un processo di stupro, Milán, 2004

Si comparamos ambos relatos, el de Isabel, personaje de Calderón y el de Artemisia, personaje de la vida real,   el crudo relato de Artemisia deja en colores más pálidos el de Isabel, que se centra mayormente en la queja por el honor mancillado y en su súplica (formal?) de que el padre la mate para limpiar su honor.   Calderón  es hombre y por más que dramatice una violación, no puede llegar a plasmarla con la fuerza de una mujer que sí la ha sufrido.  La pieza   de "El Alcalde de Zalamea" ( o en su nombre original "El garrote más bien dado") es en primer lugar un drama de honor, un honor que se ha mancillado,  y como tal el acento está puesto en la restitución de ese honor o -como dice Pedro Crespo al Capitán:  en la Jornada III, Cuadro dos- "restaurar la opinión que habéis quitado".


El peso  de la trama recae en la restitución del honor arrebatado. La venganza inicial  que luego es justicia que el Rey ratifica, la cobra el padre:

Hija,

ya tenéis el padre alcalde;
él os guardará justicia.
 
 Finalmente, Isabel termina en un Convento, porque como Crespo explica:


Un convento tiene ya
elegido y tiene esposo
que no mira calidad.

Artemisia, la pintora romana barroca,  logra casarse en un matrimonio arreglado por su padre y así limpiar su honra. El violador fue, por siempre,  desterrado de Roma, después de, creo,  un año de cárcel.



De todas las versiones de artistas barrocos que han tratado el  Tema Bíblico de Judith matando a Holofernes, el General asirio de Nabucodonosor que había atacado a Judea, ( un hecho ampliamente representado  en la pintura,  e incluso en la  escultura,  tanto anterior como posterior al Barroco), ninguna representación  es tan fuerte como la de Artemisia Gentileschi.
 
Aquí podemos apreciar  con prístina claridad la furia expresada en el rostro de Judith, además de la crudeza de la sangre derramada. Es palpable, la fuerza infligida por su mano izquierda sometiendo la cabeza del General y la forma en que Judith empuña la espada, también por la posición ladeada de su cuerpo que marca la dirección de la  fuerza con la que se realiza la decapitación.

                                                       por Artemisia Gentileschi, 1614–18
                                                               Galería Uffizi, Florencia

Otra versión del mismo tema por la misma autora:

                                                      por Artemisia Gentileschi, 1614-20
                                           Museo Nacional de Capodimonte, Nápoles


Nada que ver con la fuerza, casi una caricia, de la Judith de Caravaggio, quién  (además de no haber sido violado :-))  conoce el relato bíblico y sabe que Judith sedujo al General para matarlo y así poder liberar a su pueblo del yugo Asirio.

                                                            por Caravaggio,  1598-1599
                                                Galería Nacional de Arte Antiguo, Roma


El personaje de Isabel elaboraría  el trauma de su vejación y pérdida de la honra, de ser real,  a través de la sublimación espiritual, en el convento.  Artemisia, en cambio,  casada, lo hará a través de su obra pictórica.

Por último, decir que, mientras que el hombre próspero pero humilde que encarna el personaje de Pedro Crespo, no solo limpia su honor de acuerdo a los cánones de la época, sino que también muestra su honorabilidad en la forma de admnistrar Justicia y  en los consejos que da a su hijo Juan antes de que este se fuera al frente,  principalmente en lo relacionado a que aspire a ascender, siempre recordando sus orígenes y su lugar, con humildad, con decencia,  y  respete a las mujeres que son quienes traen hijos al mundo.  El Capitán, en cambio, noble de cuna,   es una figura manipuladora, despreciable, ruin,  egoísta. 

De esta Obra dramática, puede concluirse -mejor dicho, puedo concluir-  que   la nobleza, la honorabilidad, la dignidad,  no dependen del  estamento social, sí de la calidad humana de la persona.



Contribución a la lectura colectiva virtual que hacemos bajo la conducción de Pedro Ojeda desde su blog: La Acequia   ©Myriam Goldenberg
 

Adenda: 

Ver art. publ. en El País, El último enigma de Artemisia  :
 
Libre sexualmente, independiente profesionalmente, la artista no se dejó condicionar ni por el hecho de ser una mujer, ni por el estigma social del juicio. Negociaba ella misma el precio de venta de sus obras con coleccionistas privados de renombre —como los Médicis o el duque de Módena—, viajaba sola por toda Europa e incluso dirigía un taller de pintura en Nápoles donde trabajaban, exclusivamente, hombres. Su libertad y su modernidad la convirtieron en un personaje excepcional para la época.

y este libro






12 comments:

Pedro Ojeda Escudero said...

Qué buen análisis de las emociones a través de la obra. Calderón buscaba otra cosa -no solo como hombre-, puesto que no buscaba la defensa del honor de la mujer -que no lo tenía- sino la defensa del honor de un estamento social: el del campesinado. Por razones sociopolíticas del momento. Lo abordaré en una entrada.

Ambar said...

Has hecho un estudio perfecto de los personajes. Estoy totalmente de acuerdo con tus conclusiones finales, la nobleza, la dignidad y el sentido del honor no dependen del estamento social y si de la educación recibida y de los valores que nos hayan inculcado nuestros mayores.
Besos Myriam

Genín said...

Las imágenes me han hecho tragar saliva, glup!
Besos y salud

Cayetano said...

Muy buena entrada. Calderón de la Barca supo conectar con las inquietudes de sus espectadores, por muy modestos que fueran, sin menoscabar un ápice su calidad literaria. Y este tema de la vejación a una mujer no podía concluir sin el castigo ejemplar al culpable, para alivio de la gente menos afortunada, social y económicamente hablando. Una pequeña compensación para un pueblo acostumbrado a las penalidades, a los sacrificios y a ser tratado por los poderosos como gentes sin derechos.
Un saludo.

Maripaz said...

Me ha encantado tu análisis sobre los personajes y la obra de Calderón de la Barca.
Distintas visiones de un mismo hecho: el femenino y el masculino.
Siempre el poder sobre el más débil con el afán de someterlo como sea.
¡Impresionante!

Ele Bergón said...

Me gusta mucho como nos haces ver la diferencia entre la forma de ser y comportarse de Isabel, personaje inventado por Calderón, aunque se base en hechos reales, y la forma de actuar de Artemisa que sí existió en la realidad. El texto que nos dejas escrito por ella misma, es crudo y vital, como no podía ser de otra forma.

También es muy interesante el cuadro que nos dejas de esta mujer violada. Lo que se plasma en una obra de arte, tiene muchísima más fuerza emotiva cuando se ha vivido por el propio autor y en este caso autora, aunque estemos hablando de la época del Barroco.

Un abrazo

Pedro Luso de Carvalho said...

Bela postagem, Myriam.
Abraços.

Mari-Pi-R said...

Buenas conclusiones y análisis de la obra nos haces ver los escenarios distintos de la mujer sin salida del momento atrapado.
Un abrazo.

Colotordoc said...

Hola Myriam:

Interesante. La visión desde varios puntos de vistas. Quizás es lo que pretendió el autor.

Las imágenes son sensacionales. La de Caravaggio la vi en mi visita a Roma el verano pasado

Besote guapa

La seña Carmen said...

¡Qué interesante la historia de esa pintora!

Sobre la violación de Isabel nos tenemos que imaginar todo, porque todo se resolvía con alusiones.

Abejita de la Vega said...

Calderón muestra sensibilidad cuando pone en boca de Isabel lo del amor con una mujer muerta, que eso es la violación. Aunque no le interese el honor individual de la mujer, como nos explica el profe.

Conocí la historia de la pintora, terrible. Me quedé con el detalle de que la torturaron mortificando sus dedos, el instrumento único de oro para un pintor. En Burgos hubo una exposición con parte de la colección privada de Vittorio Sgarbi. Se llamó "El jardín secreto" y a mis alumnos les impresionó un cuadro tanto como a mi. Era un cuadro de Artemisia,no sé si el mismo o uno parecido al que nos pones en la entrada. Luego dimos con sus triste historia. La fuerza,la rabia de la degolladora nos cuenta mucho. Caravaggio es flojito en el cuadro del mismo tema, sí;cosa extraña en un personaje tan violento como él.
Un placer compartir conocimientos y sentimientos contigo.
Besos, Myriam.

Paco Cuesta said...

Quiero pensar que Calderón no puede descender al detalle por la época y tal vez por dejar más a cubierto (entendido en su tiempo) el honor de la dama.